La historia del reloj de sol es en parte la historia del ser humano, y de su búsqueda por conocer el tiempo.
Desde hace mas de 3.500 años ya se conoce la existencia de Relojes Solares, al principio eran en forma de obelisco en piedra, anteriormente seria la observación de un elemento significativo del entorno, el que con su sombra marcaría los tiempos de nuestros antepasados.
Culturas de hace miles de años, poseían los conocimientos científicos suficientes de Astronomía y matemáticas como para desarrollar artilugios que les permitían conocer el paso aproximado del tiempo. Durante cientos de años se utilizaron las clepsidras o reloj de agua, las cuales tuvieron formas simples de recipiente o formas complejas de mueble o construcción con flotadores, cisternas, figuras, etc. Otros relojes funcionaban con arena, fuego, incienso, velas, etc. Los antiguos monjes usaban la lectura nocturna y por turnos de la Biblia para calcular el paso de las horas y poder determinar los momentos de los diferentes rezos.
En España llegaron a través de los romanos que conocían su construcción y solían emplazarlos en villas y caminos, posteriormente su uso decayó hasta la llegada de los Árabes que son los difusores de su uso en Europa. Canteros y yeseros los ponen en sus obras. Alfonso X el Sabio fue un estudioso de estos temas y mando traducir al castellano obras de autores Árabes y Judíos.
El reloj de sol se impuso a otros sistemas por su regularidad y durante siglos fue el modo de conocer las diferentes partes del día. Con el nacimiento del reloj mecánico se inicia su declive, aunque convive con este durante un periodo en el que se fabricaban modelos combinados que unían los dos tipos.
De los relojes solares conocemos multitud de modelos y formas, desde el pequeño anillo o bastón, al gran edificio o plaza. Se construyeron en el exterior de paredes y muros, y en el interior de residencias o iglesias donde un pequeño rayo solar marcaba las horas en suelos y columnas. Aparte de los relojes de las torres de las iglesias y calles que todavía podemos encontrar como vestigios del pasado, su uso se extendió a tantos tipos de medidas que incluso fue muy usual los llamados de faltriquera que se portaban en el bolsillo, de ahí su nombre.
En otras culturas como la Maya o la Hindú se hacían en grandes construcciones que por su orientación y forma constituían inmensos relojes monumentales, constituyendo verdaderos observatorios astronómicos, donde se verificaban solsticios, equinoccios, etc…
Otro instrumento de aquellas épocas era el noctuario, nocturlabio, o reloj de estrellas, instrumento de navegantes, de varios círculos concéntricos que utilizando unas estrellas como referencia, podía darnos información sobre las horas nocturnas, mareas, fases lunares, etc.
En muchas ciudades dependiendo de su tradición se conservan magnificas colecciones publicas y privadas, y es fácil ver los antiguos relojes en museos Navales o de la ciencia y planetarios.
También son muchos los relojes que en paredes de antiguos edificios o parques nos saludan y nos muestran el transcurrir del día.