Descripción
Esfinge mesopotámica- Derecha. Relieve de alta calidad fabricado en mármol moldeado (polvo de mármol aglutinado con resinas). Terminación de envejecimiento realizada con pátinas a base de tierras naturales. Con marco de madera negro.
Medidas totales del relieve con marco: Alto: 62 cm. Ancho: 45 cm. Fondo: 5 cm.
Medidas del relieve sin marco: Alto: 49,5 cm. Ancho: 33 cm.
Reproducciones de esculturas y relieves, inspiradas en piezas originales de museos. Arte mesopotámico. Hecho a mano en España. Ideal para decoración de interior (salones, vestíbulos, bibliotecas y despachos).
Esfinge mesopotámica- Derecha. Reproducción de relieve de Esfinge Alada del palacio de Darío el Grande (549-486 BCE) hallada en la ciudad de Susa (actual Irán). Relieves inspirados en los murales de ladrillos vidriados procedentes del palacio real de Susa, siglo V a.C. . Susa fue la capital del imperio elamita ( 1100 a.C.-645 a. C.). Tras su conquista por los persas pasó a ser una de las cuatro ciudades principales del imperio.
Las esfinges mesopotámicas, llamadas lammasu, son seres con cabeza humana, alas y cuerpo de toro o león. Los lammasu en la mitología mesopotámica eran genios celestiales cuyas grandes estatuas se situaban en los umbrales de las puertas de los palacios para la protección de los recintos. Este tipo de esculturas de lammasu alados fueron realizadas en distintas civilizaciones mesopotámicas, desde Asiria y Babilonia hasta el Imperio persa.
El Imperio persa fue fundado por el rey Ciro el Grande en el siglo VI a.C., convirtiéndose en una de las civilizaciones más influyentes de la antigüedad. Su vasto territorio se extendió desde el Mediterráneo hasta el Indo, abarcando una diversidad étnica y cultural sin precedentes. Los aqueménidas implementaron un gobierno centralizado y una administración eficiente que favoreció la gestión de un vasto imperio. El imperio persa destacaba por su tolerancia religiosa y política, permitiéndose a los pueblos conquistados conservar sus tradiciones y prácticas religiosas. La victoria de Alejandro Magno en el siglo IV a.C. sobre los persas marcó el fin de la dinastía aqueménida, dando paso al gobierno helenístico del imperio seleúcida, hasta la conquista de Persia por el rey parto Arsaces en el siglo III a.C.
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