Descripción
Escultura Marco Aurelio patinada en bronce, reproducción realizada en mármol moldeado (polvo de mármol con aglutinante). Terminación con pátinas de imitación de bronce envejecido a base de tierras naturales.
Medidas:
- Alto: 24 cm. Ancho: 17 cm. Fondo: 10 cm
- Diámetro de la base: 8,5 cm.
- Peso aprox.: 1,5 kg.
Escultura Marco Aurelio patinada en bronce que reproduce un modelo inspirado en piezas originales de museos. Hecho a mano en España. Esta figura se presenta finamente pulida, con aplicación de pátinas de envejecimiento a base de tierras naturales que le dan la textura y apariencia de una escultura de bronce fundido embellecida por el paso del tiempo.
Estatua ideal para decoración de interior (salones, vestíbulos, bibliotecas y despachos). No apta para usar en exteriores, terrazas y jardines.
El emperador romano Marco Aurelio (121 d.C.-180 d.C.) es uno de los llamados «Cinco buenos emperadores». Conocido como el emperador-filósofo, gobernó junto al co-emperador Lucio Vero desde el 161 hasta el 180 d.C. Uno de los filósofos estoicos más notables, en su obra más conocida, las «Meditaciones», pone por escrito a modo de diario sus pensamientos enraizados en la corriente del estoicismo, enfocándose en la búsqueda constante de la virtud y la sabiduría y su puesta en práctica en la vida cotidiana.
Marco Aurelio tuvo que enfrentarse a numerosos desafíos significativos durante su gobierno, en los que se incluyen guerras contra los bárbaros y los persas, epidemias y crisis internas. La filosofía estoica le ayudó a sobrellevar la presión del gobierno, poniendo en práctica las ideas del estoicismo que exhortan a aceptar con serenidad las adversidades y a cultivar las virtudes como la generosidad y la justicia, la autodisciplina y moderación.
Marco Aurelio sigue siendo hoy en día un personaje admirado como ejemplo de líder capaz de ejercer el poder político desde una perspectiva filosófica práctica, que conduce a una búsqueda constante del perfeccionamiento interior y la puesta en práctica de las virtudes.
“Pensar siempre con tanta pureza y orden, que si nos interrogaran pudiéramos contestar enseguida en qué pensamos sin avergonzarnos.”
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