En la larga trayectoria del pensamiento humano sobre el arte, hay un elemento siempre presente, y es el arte como lenguaje intuitivo, como un lenguaje no racional.
Desde la Filosofía Clásica, el Arte era considerado uno de los pilares culturales que junto con la política, la ciencia y la religión conformaban las cuatro caras de la pirámide civilizatoria.
De estos cuatro pilares encontramos que la ciencia, es una vía marcada por lo racional, así como la política, como aplicación de la ley, de la organización, , de lo Justo, también es racional. Ambas se apoyan más en el encadenamiento lógico y conceptual si bien precisa en su completura del aspecto intuitivo. (La moderna neurociencia los asocia al hemisferio izquierdo del cerebro, cuyo función se centra más en el análisis, la lógica, etc.).
En cambio el Arte y la Religión son más intuicionales. Diríamos que ponen al hombre en contacto con la Idea sin la intervención del concepto, de la parte racional como fundamento del intelecto. Y lo hace a través de la alegoría, del símbolo, de la imagen.
Siguiendo con las investigaciones de la moderna neurociencia, esta se asocia más a funciones del hemisferio derecho del cerebro, más creativo, que trabaja a través de la síntesis, y procesa por la Imagen y el Símbolo.
Sería entonces una vía que haría vibrar en nosotros elementos que nos permitirían ver a través de improntas, más que entender a través de conceptos. Por ello se encuentra a veces más cercana a la sensibilidad y al sentimiento que a la comprensión y al razonamiento.
La intuición es difícil de definir puesto que se trata de algo abstracto y el lenguaje occidental ha ido perdiendo capacidad para expresar aspectos profundos y matices sutiles frente a un crecimiento en términos técnicos y mercantiles.
Así, la intuición se percibe como una forma de reproducir, en el mundo de la imaginación, ideas a través de la resonancia y la analogía.
Platón diría de alguna manera que la contemplación de lo bello llama a nuestra belleza interior y nos pone en contacto, en la medida en que despertamos nuestra percepción interna, con el arquetipo o Idea de lo bello. Esta capacidad de resonancia, de comunicar los seres a través de simpatías armónicas, es lo que une lo interno con lo externo, lo formal con el pensamiento más elevado.
Esta característica le va a dar una inmensa plasticidad y también el ser inmensamente comunicador y por tanto que logre aproximarse de manera natural a la mayor parte de los seres humanos con una mínima sensibilidad
En este punto tendríamos que diferenciar la sensibilidad de la sensiblería. La segunda, nos habla de la debilidad frente a las sensaciones o emociones, la impresionabilidad abandonada al impulso, sin voluntad ni inteligencia, mientras que la sensibilidad nos habla de la capacidad de reacción frente a lo estético, lo armónico o lo bueno, al tener un alma presta y unos sentidos internos despiertos.
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Extraido del libro «El arte y la Belleza«: