CHINA Y JAPÓN- Reproducciones de museos de arte
CHINA Y JAPÓN- Reproducciones de museos de arte
«Transmitid la cultura a todo el mundo, sin distinción de razas ni de categorías.» (Analectas de Confucio)
El arte de China parece que trata de atraer fuerzas, genios, ideas de seres del submundo y supramundo. Y una de las principales características del arte japonés es su eclecticismo, proveniente de los diversos pueblos y culturas que han arribado a sus costas a lo largo del tiempo
En sus expresiones artísticas, formas, materiales y disposición, parece como si todos obedecieran a un ritual que representa las leyes del universo y las energías Ying y Yang que dan lugar al ritmo y que ponen en movimiento el Ch´i, recorriendo el flujo incesante del Tao.
El arte japonés es reflejo de distintas culturas y tradiciones, la influencia foránea ha dado lugar a un arte ecléctico y abierto a la innovación interpretando a su manera los estilos artísticos importados de otros países, que asumen según su concepto de la vida y el arte, reinterpretando y simplificando sus características peculiares, como los elaborados templos budistas chinos, que en Japón sufrieron un proceso de reducción de sus elementos superfluos y decorativos. Ello da muestra del carácter sincrético del arte japonés, por lo que siempre ha asumido con naturalidad cualquier innovación procedente de otros países.
En el arte chino, los materiales más frecuentemente usados son cerámica, porcelana, bronce, jade, laca, marfil y seda.
Famosas son sus porcelanas por ser uno de los descubrimientos chinos, reducto de secretos gremiales y un símbolo del arte en este país. La capital de la porcelana era (y aún lo es en nuestros días) King Te Chen.
Sus representaciones en bronce nos hablan de la tradición mágica relacionada con la fundición. La historia mítica cuenta sobre Yü el Grande, (fundador de la semimítica dinastía Hsia) como fundidor de metales. Gracias a la fuerza mágica de sus nueve calderos trípode pudo vencer a sus enemigos, los Fang Fong. Huang Ti, el mítico emperador civilizador, tras construir uno de estos calderos, pudo subir al Cielo.
Entre las piezas en bronce de mayor valía hay que contar, sin duda alguna, los vasos rituales fabricados durante la dinastía Shang, empleados con fines funerarios y religiosos. Su fuerza y elegancia no han sido superadas.
En cuanto al marfil, son maravillosos las escenas y paisajes que podemos ver tallados en tan único material, de especial importancia y elaboración destacar las llamadas «bolas de paciencia». Estas consisten en una bola de marfil que empieza a ser tallada con una serie de escenas y filigranas caladas, hasta llegar a un segundo núcleo esférico del que se va desprendiendo la primera labor, dejando en su interior otra esfera perfectamente pulida y libre respecto de la anterior, para volver a trabajarse a través de los huecos de la primera. Se han encontrado piezas de este tipo que reproducían este esquema hasta siete veces, es decir, siete esferas huecas, concéntricas y libres unas dentro de las otras y todas talladas perfectamente.
El Jade es uno de los materiales fundamentales en lo que el arte chino se refiere. Piedra de características energéticas yang, se decía que al examinarse a la luz debía desprender destellos semejantes a los del Sol al despuntar en el horizonte. Por todo ello, su relación es inmediata con el emperador (y el poder en general) y con el dragón (su símbolo asociado).
Significado de algunos símbolos
El sauce: símbolo de la renovación y la primavera. Al letrado que partía hacia un nuevo cargo se le regalaba un bastón de sauce.
Los llamados «tres amigos»: son los tres amigos del invierno: el bambú, el pino y el ciruelo. Este último es incluido en el grupo porque sus primeras flores, muy tempranas, aparecen antes de que el invierno se haya alejado totalmente y, con frecuencia, son sorprendidas por la nieve. Es símbolo de la energía yang que, penetrando en el imperio del yin, es capaz de movilizar el invierno hacia la primavera.
La carpa: símbolo del esfuerzo del alma en su lucha contra lo fácil, inerte y pasivo, igual que la carpa lucha contra la corriente del río Amarillo, portando su semilla de vida.
El dragón: símbolo de las fuerzas de la Naturaleza y los genios que las rigen, de las corrientes de energías celestes y telúricas, subterráneas o fluviales. Símbolo también de las cuatro direcciones y del emperador-centro del Imperio.
Las «venas del dragón» surcan la superficie de la tierra y es preciso que estas no sean heridas por la acción del hombre; los geománticos habrán de dictaminar dónde no horadarse la tierra o levantarse los edificios.
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