La historia de la decoración, generalmente, nos relata que en la mayor parte de los tiempos antiguos y hasta el renacimiento, las personas se procuraban un sustento y no existía la decoración del hogar; era más importante para el hombre común poder tener las cosas necesarias para vivir que el hecho de que su casa fuera bonita y agradable. Pero, aunque no fuera esto algo común, no podemos negar la existencia del adorno en ciertos lugares y estamentos sociales.
Esto es algo que nos demuestran, por ejemplo, las tanagras, pequeñas figuras de cerámica que fueron objetos muy preciados en el mundo griego desde finales del siglo IV a.C hasta fin del siglo III a.C. Las primeras piezas de este tipo fueron descubiertas en la antigua ciudad de Tanagra, a la que se le debe su nombre.
Representaban desde asuntos mitológicos, con dioses, héroes y entidades inmortales hasta figurillas de simples personas mortales en diversas actitudes de su vida cotidiana; como mujeres con cántaros de agua o bailarinas, entre otras.
La realidad del uso que se le daban a estas figuras es variado y discutido por los historiadores, pero siempre podemos hacernos una idea del ¿para qué? de las cosas atendiendo al ¿dónde? se encuentran.
Teniendo esto en cuenta, muchas se descubren en casas, donde conformaban el espacio donde se brindaba el culto a los dioses. Ciertas familias, mayormente las que tenían un poder económico mayor, creaban en sus propios hogares altares en honor a los dioses.
Por otro lado también aparecen en lugares de culto comunes, en templos y santuarios menores, donde principalmente encontramos tanagras inspiradas en esculturas mayores de los autores de la época. Las encontradas en estos emplazamientos se corresponden con imágenes de dioses y personajes mitológicos.
Baco y Ariadna.
Y, finalmente, la mayor cantidad de este tipo de piezas han sido descubiertas en tumbas y espacios funerarios, donde los enterramientos se realizaban acompañados de decenas de figurillas de este tipo a modo de ofrenda al difunto. Son estos emplazamientos los primeros que, por accidente, acercan las preciadas figuras de Tanagra a nuestros días.
Fueron los propios campesinos lugareños del siglo XIX quienes, por casualidad, labrando las tierras encontraron las primeras tumbas que contenían entre sus ajuares estas preciosas figuras y, después, la búsqueda de las mismas en los alrededores se hizo sistemática, pues las preciadas terracotas habían comenzado a alcanzar altos precios en el mercado, deseo de los coleccionistas burgueses. Posteriormente, varios saqueadores de tumbas en alianza con los anticuarios más importantes de Europa hicieron de estos saqueos algo habitual.
Aunque estos hechos desencadenaran una serie de numerosas falsificaciones para su venta y ciertas situaciones violentas con los campesinos, dueños de sus tierras, su descubrimiento no solo propició hechos desagradables.
A parte de convertirse en piezas que durante el resto de siglos han sido apreciadas y admiradas por su belleza y fragilidad, su existencia ha aportado muchas otras cosas fuera del mundo del arte.
Para la historia, más valioso aún que representaciones artísticas de dioses y seres mitológicos, tienen un gran valor las obras en las que encontramos el reflejo de la vida cotidiana de la época y, por tanto, información de la apariencia de las personas de dicha civilización. Gracias a las figuras en las que vemos representadas este tipo de escenas, engrosamos la información sobre la indumentaria de la época (muchas de ellas tienen un virtuoso detalle en la caída de los mantos, la forma de los sombreros…), así como de peinados y complementos.
Bailarina.
Por supuesto, también nos ofrecen información sobre ciertas actividades y la forma en que se realizaban, por ejemplo, encontramos una tanagra en la que vemos cuatro mujeres amasando pan a ritmo de una quinta mujer que toca un instrumento; un escriba realizando su trabajo o simplemente un hombre ante un horno.
Concluimos que, fueran objeto o no para la decoración u ostentación del hogar, a nuestros tiempos llegan como una forma concreta del arte antiguo. Las Tanagras, nombre que recibieron de la primera ciudad donde se encontraron allá por el siglo XIX, se han hallado posteriormente en numerosos yacimientos arqueológicos en ciudades de toda Grecia, como Atenas, Tebas, entre otras; piezas que conforman un modo de arte singular, el cual nos conquista con su fragilidad, detalle y belleza.