Desde la antigüedad se conoce una proporción que puede observarse en mucho seres y procesos de la Naturaleza que despierta instintivamente en el ser humano la sensación de belleza. Se trata del famoso número de oro que los griegos utilizaran en la arquitectura y la escultura, y que el renacimiento recuperó en la creación de tan extraordinarias obras de arte.
Dicha proporción se expresa en el ser humano, en la relación armónica y proporción de sus partes.
Dos o más elementos se encuentran en proporción áurea cuando guardan una armónica relación entre sí y con el todo.
En términos matemáticos el segmento a y el b se encuentran en proporción áurea cuando el b mantiene esa misma proporción con la suma de ambos. Dicha proporción es el nº Φ. 1,161803…
Más allá de su conocimiento e implicación en el campo de las matemáticas nos está hablando de cómo las esculturas y composiciones realizadas con esta proporción trasfieren una extraordinaria armonía de conjunto que nos cala hondo, pues siempre vemos una justa medida entre las partes y el todo, clave no solo útil en la ordenación de espacios y su decoración sino para aplicar a la propia vida personal.
Miguel Angel Padilla