Cada vez más las investigaciones están dirigidas a estudiar la influencia del medio que nos rodea en todos nuestros procesos biológicos y neurológicos.
Un buen número de científicos están demostrando la influencia de la belleza en la salud psicofísica del ser humano.
Ciertamente la enfermedad es pérdida de armonía y equilibrio orgánico. La belleza como orden y armonía es una metáfora de la salud.
Según el punto de vista biológico las sensaciones estéticas que nos puede producir por ejemplo el arte clásico, estimulan el sistema inmunitario, y además, al aumentar el número de receptores glucocorticoides del hipocampo, nos protege de la depresión.
En otros estudios publicados en Sciencie, Roger Ulrich junto con otros investigadores suecos y estadounidenses, analizaró los efectos de la decoración en las habitaciones del departamento de cardiología. Los pacientes operados del corazón que contemplaban al despertar de la anestesia cuadros abstractos con formas curvilíneas o rectilíneas, aumentaban su nivel de sufrimiento y los tiempos de hospitalización hasta el punto que hubo que suspender el experimento. En cambio los paciente cuyas habitaciones estaban decoradas con escenas y obras que reflejaban una belleza natural mejoraron antes que los que no tenían ninguna decoración, y todos los indicadores del sufrimiento fueron positivos: presión más baja, pulsaciones cardiacas más lentas, menor necesidad de anestésicos y analgésicos, hospitalización posoperatoria más breve.
Parece una evidencia científica lo que ha sido para muchos filósofos y artistas una intuición: que el orden que observamos a través de la contemplación de la belleza en el arte o en la naturaleza, organiza nuestros pensamientos y emociones y de alguna forma nos trasfiere parte de su armonía.
Miguel Ángel Padilla